jueves, 23 de junio de 2011

Capítulo 30: Mi frialdad contra mi amor por ella

-También lo perdonaría si me dice la razón de todo, aunque obviamente no se va a escapar de la golpiza que le daré-dijo con los dientes apretados bastante molesta
-No, no lo golpees, si se porta suplicante creo que no se lo merece, la verdad mi hermano puede ser un mujeriego, pero cuando de verdad quiere a una chica sé que hará lo que sea con tal de no tenerla así como te tiene ahora, así que primero hay que hablar con ellos, tú hablas con Tom, sin golpes por favor, y yo hablo con Adalia-se me hizo extraño decirle Adalia, la última vez que lo había hecho fue cuando le pedí matrimonio, lo cual en ese momento me causó ternura, ahora me había causado tristeza llamarle así, contuve las ganas de volver a llorar y me use de pié-¿Quieres desayunar?-dije tratando de animarla un poco, e intentando sonreír, lo cual era bastante difícil
-Si, vamos-dijo caminando hacia la puerta secando sus lágrimas
Salimos de su habitación y al pasar por la puerta de mi habitación la encontré abierta, entré lentamente para percatarme de que no había nadie y entré a mi clóset, para el cual no era necesario que pasara por la cama en la que había ocurrido esa traición, pues la puerta estaba en el pequeño vestíbulo; tomé unas gafas de sol y me las puse, salí de nuevo y Hill me esperaba en la escalera, bajamos y Georg y Gustav estaban en la sala sentados los dos juntos en un sillón
-Jajaja, que sol tan fuerte hay el día de hoy ¿verdad Bill?-me preguntó Georg con sarcasmo, lo cual no me había parecido gracioso ni de muy buen gusto
En ese momento voltee a verlo serio y de inmediato dejaron de reírse el y Gustav entendiendo el hecho de que no estaba de humor para bromas, me dirigí a la cocina y ahí estaba Adalia, muda preparando el desayuno, la verdad no me importaba lo que fuera que estuviese preparando, tomé la caja de cereal, la leche y un par de tazones y cucharas, salí de la cocina sin articular una sola palabra y le indiqué a Hill que saliéramos al jardín del patio trasero a desayunar, lo sé, es algo bastante inusual el desayunar cereal en el patio trasero, pero sabía que en cualquier momento Tom bajaría y lo que menos quería era ver su estúpida cara. Hill y yo nos sentamos en una mesa que había al lado de la piscina bajo un pequeño techo y nos servimos cereal con leche. Desayunábamos tranquilamente cuando Gustav salió y se acercó a nosotros:
-amm…¿pueee…do tomar la leche?-preguntó algo asustado, a lo cual Hill y yo simplemente asentimos sin decir nada, tomó la leche y se fue caminando rápido con el clásico miedo que me tenía cada que yo no estaba de buen humor
Terminamos de desayunar y recogí los platos
-No te preocupes, yo los lavo-le dije a Hill cuando ella trató de quitarme el tazón en el que ella había desayunando
Me levanté y entré directo a la cocina sin mirar nada ni a nadie, lavé los platos y sentía las miradas de todos clavadas en mi, que estaba mudo lavando los tazones, Hill entró detrás de mí y puso el cereal en su lugar, salió y desapareció, yo terminé de lavar los platos y me fui a la sala y me senté en un sillón. El silencio reinaba en la casa, ni siquiera Gustav y Georg hablaban, todo era un silencio bastante incómodo, me puse a pensar en mil cosas, todas excepto la causa de mi seriedad, de pronto llegaron Georg y Gustav y se sentaron del otro lado de la sala, como si tuvieran miedo de que me lanzara hacia ellos y me los comiera, yo que se, el caso es que a pesar de eso, Georg tuvo el valor de preguntar
-¿Qué tienes?
-Nada-contesté fríamente
Se quedo mudo al escuchar la frialdad en mi voz, Adalia se sentó a mi lado y como si ella fuera invisible, me puse de pié y me fui a mi habitación, era cruel ver la cama desacomodada, pero me comía mis lágrimas, ya no quería llorar de nuevo, me senté en mi escritorio y encendí mi laptop, comencé a escribir cualquier idiotez en Word mientras escuchaba música, que como si estuviera en mi contra, comenzó a reproducir Ich Liebe Dich, no iba ni a media canción cuando mi fortaleza llegó al fin y comencé a llorar de nuevo, me quité mis lentes de sol y los puse a un lado de la laptop, entro Adalia y de inmediato comencé a secar las lágrimas
-Hola Bill-dijo con una voz melancólica
-Hola-fue lo único que decir antes de que mi voz se quebrara de nuevo, no la miraba a la cara, buscaba en mi laptop cualquier foto que no fuera de ella, no quería verla a mi lado feliz, me entristecía más
-quiero hablar contigo

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